LOS CUATRO VIENTOS
Llega el viento del Norte y
trae bufandas y charcos helados, un poco de sopa y carrillos hinchados. Las
niñas miran tras los ventanales. Dibujan soles en los cristales.
Viene el viento del Sur
cargado de sorpresas, cerezas, canciones y vuelo de cometas. Los niños corren
en camiseta. Juegan a lanzarse tartas de fresa.
Ríe el viento del Este, sopla
una brisa y lanza serpentinas. Un niño le pide que infle su pelota. Una niña le
ofrece su almuerzo de compota. El viento del Oeste tarda en presentarse.
Arrugado y ceñudo, miente para excusarse:
-
Perdí
las caricias, olvidé los olores…
Los niños y las niñas se
sienten engañados. Tampoco se acordó de traer los colores.
Los cuatro vientos hermanos se
reúnen:
-
Tenemos
un conflicto. Oeste ha incumplido el pacto. Se ha dejado algo, lo ha olvidado
y, lo peor, ha mentido. No podemos aceptar el engaño. Al hermano le toca
reparar este daño.
Oeste, arrepentido, confiesa
la verdad:
-
Me
quedé las caricias, aspiré los olores, no quise desprenderme de todos los
colores.
-
Toma
este abrazo, hermano – dice Norte conmovido.
-
Huele
ahora este pastel – le ofrece su hermano Sur.
-
Yo
encontré un color perdido – afirma risueño Este-. Te lo envuelvo en un papel.
Oeste, confortado, vuela a buscar su petate. Sopla un beso
y un aroma a chocolate. Los niños le saludan con las manos en los guantes.